miércoles, 1 de junio de 2016

La Protesta Del Hambre

Aun recuerdo esa etapa donde todo se volvió visible –o al menos se fue haciendo progresivo-. Sin detenerse, ya no eran noticias del interior o publicaciones en páginas de internet. No. Había llegado a mi lugar de residencia y era palpable. Tal cual como pasa en situaciones de impacto la primera reacción es un shock de incredulidad y negación. Una vez, en un viaje a Caracas me sorprendió ver una cola pero esta vez estaba en Caracas, ¡La Capital! Sí, hay que sacarse el chip de que Caracas es la reina del país pero es innegable que como Capital posee un valor estratégico significativo y ver esa situación en el centro de Caracas me hizo detener el paso y observar en silencio tratando de asimilar lo que sucedía. Desde aquí inicio esta travesía:

La «cola»

Para explicar, por si algún extranjero lee esto y no comprende dado la diversidad de culturas que existe en la región de América del Sur, y más allá, en el centro y al norte, una cola es una fila de personas que se ordenan con un fin último. Pudiera ser: recibir un regalo, obtener un premio, cancelar algún pago, sacar dinero de un cajero, entre muchos otros. En Venezuela se hace cola para comprar cierta cantidad de productos básicos (alimentos en la mayoría de los casos) cada cierto tiempo.

Esto tiene un origen tan simple como un modelo impuesto que plagó de regulaciones y controles el sector comercial del país. Es decir: El Estado, guiado por su Gobierno de turno –y el anterior– son el sector público. Digamos que éste quiere entrar en el mercado donde cualquier persona hace vida al comprar y vender productos pero no lo hace impulsando al mercado; se adueña del mercado.

El problema principal es que, aunque el nuevo dueño del mercado diga ser el mejor y más digno, termina siendo lo contrario. Este Gobierno terminó siendo todo lo contrario a lo que juró ser.
Recuerdo discursos donde se manifestaba repetidas veces todo lo malo que fue COPEI y AD durante la llamada «4ta.»

Parece ser que la «5ta.» no tiene dos antagonistas, sólo uno englobado en un gran polo.

¿Por qué hacer una cola?

¿Por gusto y diversión? No. No estamos formados para el orden.

Se hacen por deber o necesidad.
Los venezolanos necesitan hacer cola para poder comer… o al menos hacer el intento de comer.

Traspasar esa barrera de partidos políticos, pensamientos filosóficos o actitudes radicales es necesario para poder mirar a la anciana que se ve forzada a estar atada a una reja o una pared, a las afueras de un abasto, bodega, comercio. Es ver a la madre con un número de hasta tres dígitos marcados en un brazo y en el otro su niña. Hacer cola es la humillación a la que nos han traído quienes hoy se aferran al poder como drogadicto se aferra a la aguja.

La «droga»

Venezuela tiene una maldición bajo su subsuelo pero una peor sobre él: Esa maldita ambición por el poder de estar en un palacio blanco que, aunque esté de blanco, este color no puede evitar que quien pase cerca de él sienta la fetidez que desprende. Tal parece que en vez de bloques y cemento, fuera excremento humano –y quizá de una u otra raza rara– del que estuviera construido.  

Este Gobierno, Nicolás Maduro en particular –aunque dudo que sea él quien verdaderamente dirija la nación– se ha determinado en vivir su última fase en una esfera rodeada de gasolina que rueda y rueda cada vez con más rapidez por las calles de Venezuela y pretende echarle la culpa a terceros. Ya sea su supuesta «guerra económica», la cuál es una ficción para tapar la corrupción existente; si todo en el sector público funciona de maravilla, ¿por qué hay fallas? 
Cuando no es esa excusa, es la de una intervención foránea por parte de EE.UU. Un país con una población que nos triplica y una política interna en constante debate ABIERTO AL PÚBLICO, ¿creen que les va a importar lo que haga Nicolás?

Lamentablemente hoy día sí estamos a las luces del mundo como un país cuyo modelo socialista ha destruido el sector privado. Ha desaparecido la iniciativa y el esfuerzo propio. Nuestra moneda no vale nada y de hecho se pierde con tan solo imprimir esos billetes que hoy usamos pero sin uso real, ya que hasta nos hemos visto forzados a regresar en el tiempo, mucho antes incluso del momento en que Bolívar libertara la nación; Hemos regresado a la era del trueque. Intercambiando lo que podemos para subsistir sólo porque los que nos gobiernan controlan el mercado de dólares y mientras más débil nuestra moneda, más poder tienen ellos en sus carteras.

¿Quieren pruebas de su corrupción?

Vean cómo está la calle. Salgan a preguntar. Pregunten si aun quieren su propuesta sin manipulaciones. Las instituciones están contaminadas de ustedes. Resultaron los parásitos que tanto Chávez nombró en sus apasionados y exasperados discursos. Los parasitarios rojos terminan de corroer lo poco que queda de la nación.

El «SSXXI»

Una vez pasé por una universidad experimental y a lo lejos escuché como una persona le comentaba algo a otra. Me llamó la atención lo que le decía.  Palabras más, palabras menos, era esto: 
        «En el capitalismo, un vendedor de zapatos puede ponerte el precio que quiera»

Lo cual es acertado pero sólo le faltó comentarle a esa persona que en un sistema «capitalista» no habría solamente una tienda de zapatos, ¡HABRÍAN MUCHAS! Y es de esa forma como la libre competencia hace efecto:

Si en una calle hay diez tiendas comerciales y cuatro de ellas venden zapatos (son zapaterías) las cuatro tiendas tendrían que competir en relación calidad-precio-competencia. Si una de esas tiendas vende a determinado precio que el consumidor no pueda cubrir, habrán tres tiendas más para que el consumidor NO SE VEA FORZADO A ESTAR DIRIGIDO A UNA SOLA TIENDA;
No se vea forzado a hacer cola para comprar un solo par de zapatos
No deba esperar por cédula para poder comprar
No tenga que regresar a casa con las manos vacías porque se agotó la mercancía

Se ha lavado colectivamente la cabeza de los venezolanos por más de 17 años catalogando y encasillando un sistema el cual nunca se ha implementado en Venezuela. Dicen que durante Marcos Pérez Jiménez existió un sistema de DERECHA (Razón por la cual los partidos que vinieron luego de él fueron de izquierda con excepciones como COPEI que es centro-derecha) pero aunque sí hubo progresos económicos durante ese periodo, no se puede catalogar como un sistema capitalista a un Estado controlador y regulador. Manipulados, los venezolanos le hemos huido al verdadero progreso y avance como sociedad.

La «neo-dictadura»

Ahora nos queda reaccionar como sociedad. Alzarnos con Bolívar y Miranda. Quienes una vez lucharon por los horrores  que llegó a originar un CAP, fundando el populismo en Venezuela, deberán reaccionar. Quienes creyeron en el Chávez del reloj de cuero y de la sudadera verde y ahora se ven humillados por colas y un sistema que los aparta si no se hunden en la pila de excremento con ellos. Quienes quieran un país donde los méritos se reconozcan y pesen más que ponerse una franela con el símbolo de un partido político. El vuelco cultural que necesitamos como sociedad pasa por cada uno. ¿Tienes miedo a cambiar? No, no cambiarás; ¡Mejorarás!

Cambiamos el «En vías de desarrollo» que nos enseñaron en la escuela por el «en vías de dictadura»

La dictadura se ha destapado
Te arrestan por hablar y protestar
incluso si es por comida, medicinas, seguridad
¡La dictadura te mata si pides justicia!


Llegó el momento de reaccionar.

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